Después de visitar el Valle de los Monjes y sus chimeneas mágicas es obligado seguir dos kilómetros más para alcanzar el parking del Museo al Aire Libre de Zelve. Se trata de un verdadero pueblo troglodita, que entre los S.IX y XII fue el corazón espiritual de toda Asia menor, junto con su vecina Göreme.




Capadocia cuna del cristianismo apadrinó dos grandes corrientes espirituales, representadas simultáneamente por Göreme y Zelve. Son dos centros religiosos muy diferentes, mientras que en Göreme siempre triunfó el culto a la imagen en Zelve, verdadera sede imperial de la clerecía bizantina, es posible que se aceptara con entusiasmo la iconoclastia.

Bueno adentrémonos en el valle principal, tras atravesar una hermosa calzada flanqueada por árboles



El color rojo de la piedra de inmediato nos traslada a un paisaje lunar, el más exótico de toda Capadocia. Se trata de un complejo de 3 pequeños valles, que a la hora de la verdad tiene forma de “Y”. Fijaros en la imagen.




Las Chimeneas de las Hadas, aunque cada vez más escasas, alcanzan unas dimensiones colosales.








Por desgracia la erosión es imparable y es seguro que el conjunto arqueológico no superara este tercer milenio, de hecho hay quien duda que sobreviva más de un siglo. Si no os lo creéis fijaros en el desplome que ocurrió dos meses antes de nuestra visita. Ya no podemos visitar el viejo molino de piedra, que por cierto estuvo en funcionamiento hasta el desalojo definitivo de la ciudad en 1953 por ruina inminente.






El Museo al Aire Libre fue inaugurado en 1967 y todo aquel que tenga dos dedos de frente apreciará de inmediato que no ocurren más tragedias porque Dios no lo quiere. Os contaré una anécdota. Nuestro guía, cansado ya de nosotros nos señaló una escalera en el segundo valle y nos dijo que podíamos coger un fabuloso túnel que unía el valle con el siguiente. Y allá que fuimos todos nosotros.




En la galería la oscuridad era absoluta y los recodos demasiados. Comencé a preocuparme por mi propia insensatez. De repente alguien, más avezado que nosotros, sorprendió al grupo diciendo que un desprendimiento había cegado el túnel. Con el orgullo algo mancillado casi corrimos buscando la salida. Al salir, entre risas, el guía nos dijo que las rocas cayeron el año pasado. Casi nada. Y era un día lluvioso. La madre que parió al turco de los cojones.





Bueno volvamos a paseos civilizados. Las vistas de Zelve son maravillosas. Lo mires de donde lo mires parece que estamos en un decorado de lo más surrealistas, y sin embargo estamos en un verdadero pueblo griego.






Las Iglesias se encuentran en pésimas condiciones y la mayoría están ya derruidas o cerrados por riesgo de desplome. La Iglesia de las Uvas (Üzümlü Kilise. S.X) y la Iglesia del Pez (Balikli Kilise), ya no son visitables, o mejor dicho no deberían de serlo. Yo me limitaré a contaros dos de los templos que tuve la fortuna de poder conocer de cerca.






La Iglesia de las Columnas (Direkli Kilise), era el templo principal donde se iniciaban los futuros monjes. Fue labrada a principios del S.XI y podemos entrar en ella tras pasar una puerta en forma de herradura.




Nada más entrar entendemos el por qué de su nombre. Seis poderosas columnas sustentan una falsa cúpula central. La Iglesia consta de tres ruinosos ábsides y tres naves. Los frescos están muy deteriorados y a penas se conservan pinturas en las columnas y en el ábside central (Jesucristo con la Virgen María y San Pedro).







La Iglesia del Bautismo (Vaftici Kilise), es para mí la mayor joya de Zelve.






Se trata de un lugar espacioso, bien iluminado.







Con un ábside perfecto...







... y cruces talladas en la roca con una elegancia sorprendente.





Pero no es Zelve un lugar para visitar iglesias. Es un lugar para reflexionar. Aquí vivieron una importante cantidad de griegos capadocios hasta el 1 de Mayo de 1924. Pero… ¿Qué pasó entonces? ¿Quedó el pueblo abandonado?






Parte de la respuesta la encontramos al salir del valle. Una encantadora mezquita de roca, alzada a principios del S.XX, se nos presenta con un bello minarte. Es decir, en el pueblo convivían cristianos y musulmanes. Es más. Éstos últimos no abandonaron el pueblo aquel fatídico 1 de Mayo, lo harán dos décadas más tarde por orden del gobierno, para ser realojados en la Nueva Zelve, ubicada a solo 2 Km. ¿Dónde se metieron entonces los griegos?






Pues supongo que la respuesta bien merece contar una triste historia. Pero no tengamos prisa. Cerremos los ojos y prepararos para otro tipo de viaje. Un viaje en el tiempo.





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